Las personas orgullosas son molestas, ¿verdad? Son aquellos que siempre piensan que son mejores que los demás y nunca se cansan de hacer alarde de sus logros. Peor aún, pueden ser agresivos si los eclipsas; no aceptarían la derrota.
Como no te gustan las personas orgullosas, debes tener cuidado de no ser como ellos para que los demás no se enojen contigo también. Tienes que evaluarte de vez en cuando para asegurarte de que tus pies se mantienen en el suelo.
Si estás luchando contra el orgullo y quieres deshacerte de él, aquí hay 20 formas que pueden ayudarte a hacerlo.
1. No te compares con nadie más.
Este es el culpable habitual del orgullo: la comparación. Para que no pienses demasiado bien de ti mismo, evita comprobar cómo te va comparando tus logros y capacidades con los de otras personas.
2. No compitas contra nadie.
En relación con el primer consejo, no pretenda ser mejor o más alto que nadie. Esto afectará la forma en que tratas a los demás porque todos se convierten en una amenaza potencial para ti. Si la competencia es una fuerza motivadora efectiva para ti, entonces compite con tu yo del pasado para que estés decidido a ser mejor.
3. Reconocer la fuerza de los demás.
Si alguien lo hace mejor que usted en un área u otra, entonces acepte esa verdad y no le guarde resentimiento. Recuerda que siempre habrá alguien más grande que tú, por lo que aceptar este hecho y ser feliz por aquellos que se destacan te salvará de la amargura y la mala vida social.
4. Anime a los que son más débiles que usted.
Si a alguien no le va tan bien como a ti, anímalo y anímalo sinceramente. Si puede, esté dispuesto a ayudarlo a mejorar. No tengas miedo de que te supere.
5. Admite tus errores.
Cada vez que haya cometido un error, sea lo suficientemente humilde como para admitirlo. Saber cuándo te equivocas y admitirlo es una señal de madurez y sabiduría. Además, solo las personas valientes pueden hacer esto.
6. Esté dispuesto a disculparse si ha hecho algo mal.
No es suficiente que admitas tu error. Tienes que enfrentarte con sinceridad a las personas a las que has lastimado o hecho daño y disculparte. Junto con esto, debes aceptar con el corazón abierto cualquiera que sea su respuesta a tu disculpa.
7. Practica la deportividad.
En las competiciones es normal que alguien gane y alguien pierda. Prepara tu corazón para la verdad de que no puedes ser el ganador todo el tiempo, pero eso es parte de mejorar tu oficio. En caso de que pierda, deje de llorar y felicite genuinamente al ganador.
8. No dejes que el aprecio se te meta en la cabeza.
Demasiados elogios y apreciaciones podrían hacer que tu cabeza crezca. Para evitar que esto suceda, atesora en tu corazón esos agradecimientos que recibes pero no los medites. Evalúate siempre para asegurarte de que el orgullo no se te haya metido en la cabeza.
9. No envidies a los demás.
La envidia y los celos también pueden causar orgullo. Como quieres demostrar que eres mejor que el objeto de tu envidia, tiendes a compararte con esa persona, resaltas tus ventajas y sus defectos.
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10. Estar contento y agradecido por lo que tienes.
Esto no significa que no debas aspirar a cosas más grandes, siempre tienes que perseverar para lograrlas. Sin embargo, mientras aún no los tengas, siéntete contento y agradecido por lo que posees actualmente. Esto evitará que tengas envidia de lo que tienen los demás, lo que podría llevarte a competir.
11. Pon a los demás antes que a ti mismo.
Otro rasgo de ser humilde es ser desinteresado, poner las necesidades e intereses de los demás antes que los tuyos, pero no te excedas para que no se abuse de tu bondad.
12. No exigir atención y respeto.
Nunca exija un trato especial, reconocimiento o respeto de los demás sin importar su posición o credenciales. Al igual que la confianza, el respeto se gana, y ser modesto es el primer paso para ello. Como dice la Biblia, no te enaltezcas porque hasta Dios resiste a los soberbios.
13. Trata a los demás como quieres que te traten a ti.
Si quieres ser respetado, entonces tienes que respetar a todos los demás. Si quieres que te sirvan, también tienes que servir a los demás. Nunca pienses que mereces un mejor trato que cómo tratas a los demás.
14. Servir a los demás.
No esperes a que te sirvan como si fueras de la realeza. Esté dispuesto a servir a cualquiera, especialmente a aquellos que son menos privilegiados que usted. Incluso Jesús lavó los pies de sus discípulos.
15. No pienses muy bien de ti mismo.
No importa cuán alto sea tu nivel de educación o cuánto tengas en el banco, nunca pienses que eres mejor o más importante que los demás. Cuantas más bendiciones haya recibido, más humilde debe ser. Observe cómo cuantos más frutos tiene la rama de un árbol, más bajo se inclina.
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16. No presumas de tus logros.
Además, deja de hacer alarde de tus logros y títulos. En lugar de impresionar a las personas, podrías molestarlas y disgustarlas.
17. Deje que otros noten sus fortalezas o rasgos positivos.
Deja de decirles a los demás lo bueno que eres en algo. Deja que lo descubran y te aprecien. ¿Qué podría ser peor que alardear de que eres el mejor solo para descubrir que la persona con la que estás hablando lo hace mejor que tú?
Tienes que respetar y someterte a figuras de autoridad como tus padres, maestros, jefes, funcionarios gubernamentales y líderes espirituales. Incluso si a veces parecen estar equivocados, debes honrar su autoridad porque han sido designados para rendir cuentas por ti.
19. Asóciese con aquellos que son más débiles o ‘inferiores’ que usted.
No seas un ‘intocable’ para aquellos considerados ‘desvalidos’. Ser intimidante puede parecer genial (sí, porque eres frío), pero si quieres que te consideren atractivo, debes ser cálido y accesible para las personas de todos los ámbitos de la vida.
20. Agradece siempre a quienes te ayudan o te sirven, incluso en las cosas pequeñas.
La gratitud es uno de los mejores rasgos de una persona humilde. Agradece a todos los que te hacen algo útil, como el mesero que te atiende o el guardia que te abre la puerta. Haz de «gracias» tu línea favorita.
Dios exalta a los humildes
Si eres una persona humilde, nadie te tocará. Te ayudará a ganar más amigos y ganar el corazón de muchos. Además, te dará tranquilidad y un corazón feliz porque nada ni nadie te amenaza.
Además, si quieres llegar a lo más alto, empezar desde abajo es el primer paso. Deja que Dios sea el que te lleve alto. Como dice Santiago 4:10, “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará”.
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